Us deixem 4 articles de diferents mitjans durant els últims mesos, que parlen de la contaminació d’aigua, sòls i aire
La censura i la repressió a la Xina son el pa de cada dia, per tal de mantenir un creixement econòmic i una producció industrial barata de la que ens aprofitem a Occident. D’aquesta manera tenim diners aquí per a les nostres bombolles immobiliàries
En aquest enllaç hi ha una reflexió sobre la dependència de l’economia mundial del creixement de la Xina, i com aquest es podria interrompre en qualsevol moment i per diferents motius.
El plomo envenena las protestas en China
Las intoxicaciones por metales pesados, denunciadas por Human Rights Watch, alientan las revueltas contra el Gobierno en una sociedad cada vez más crítica
JOSE REINOSO – Pekín – 15/06/2011 Los escándalos debidos al envenenamiento por plomo se multiplican en China, a pesar del compromiso público del Gobierno para atajarlos, y se han convertido en un nuevo foco de inestabilidad social en el país asiático, donde los gobiernos locales ocultan con frecuencia las intoxicaciones. Más de 600 personas han dado niveles altos, y en muchos casos peligrosos, del metal pesado en la sangre en la población de Yangxunqiao (provincia costera de Zhejiang), según ha informado esta semana la prensa china. Las víctimas son trabajadores de fábricas que producen papel de estaño y algunos de sus hijos; 26 adultos y 103 niños han resultado gravemente envenados.
EHRW señala que los familiares y periodistas que buscan información sobre este problema son intimidados y acosados. Se trata del último caso de un problema que afecta a muchas poblaciones en China, donde los vecinos viven con frecuencia a escasos metros de factorías con condiciones de seguridad laboral mínimas y talleres que compiten para fabricar lo más barato posible. El escándalo se suma a los registrados en los últimos meses en esta y otras provincias de China, donde el rápido crecimiento de la economía, el afán por el beneficio inmediato, la laxitud de los controles oficiales y la corrupción han causado serios problemas medioambientales, que, a menudo, desembocan en estallidos de violencia por parte de los afectados.
Millones de niños se han intoxicado con plomo en todo el país, según asegura la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, en un informe hecho público hoy, en el que afirma también que los funcionarios locales minimizan sistemáticamente los peligros del plomo y niegan el derecho a hacerse análisis médicos a los posibles afectados para ocultar el problema. El Gobierno tiene en marcha una campaña para luchar contra la contaminación por metales pesados. Cientos de fábricas de baterías de plomo y ácido han sido clausuradas en Zhejiang, después de que la prensa oficial publicara casos de intoxicaciones. El Ministerio de Medio Ambiente ha pedido acciones urgentes, ya que los envenenamientos han creado gran resentimiento entre la población. Según dijo el mes pasado Zhou Shengxian, responsable del ministerio, “afectan a la salud de la gente, en particular de los niños, y a la armonía y la estabilidad sociales”.
Pekín ve con gran preocupación cualquier foco de protestas, especialmente desde que a principios de año estalló en el norte de África una ola de revoluciones populares, que se extendió luego a Oriente Medio, en demanda de justicia social y democracia. Pero a menudo es incapaz de respaldar sus compromisos públicos con la inversión o el deseo político necesarios para hacer que sean cumplidos, ya que los funcionarios locales dan prioridad al crecimiento económico, los beneficios y los puestos de trabajo antes que a la protección medioambiental.
En el medio centenar de entrevistas realizadas a padres y parientes en provincias como Hunan, Henan, Yunnan y Shaanxi, HRW encontró que las autoridades intentaban silenciar continuamente a quienes querían hablar o pedir ayuda. Muchas familias afectadas aseguraron que se les impedía hacerse las pruebas de detección de plomo, se les negaban los resultados o se les entregaban datos aparentemente maquillados. “Quiero saber cómo ha enfermado mi hijo, pero no me puedo fiar de los resultados del ensayo local”, cuenta una mujer de Hunan en el informe. “Padres, periodistas y activistas que se atreven a hablar sobre el plomo son detenidos, acosados, y, en última instancia, silenciados”, escribe Joe Amon, director de salud y derechos humanos en la organización no gubernamental. Algunos padres afirman que después de que sus hijos dieran niveles peligrosos de plomo en la sangre, los médicos solo les dijeron que les dieran leche y otros alimentos como manzana o ajo.
El secretismo de las autoridades recuerda los ocurridos durante el escándalo del contagio de sida por la venta de sangre contaminada a finales de la década de 1990, que afectó a decenas -o cientos, según las fuentes- de miles de personas, y la epidemia de SARS en 2003. El mayor productor mundial de plomo China es el mayor productor y consumidor mundial de plomo refinado. Aunque la prohibición de la gasolina con este metal a finales de los 90 ayudó a reducir una de las mayores fuentes de envenenamiento, el progreso del país y el auge en la producción de automóviles, bicicletas eléctricas y aparatos de electrónica ha disparado la demanda de baterías. Alrededor del 75% de la producción mundial del plomo es destinada a baterías. La contaminación por plomo -que frecuentemente se produce poco a poco, debido a una exposición continuada a pequeñas cantidades- puede causar graves daños al cuerpo, incluidos el cerebro, los riñones y los sistemas muscular, nervioso y reproductivo. Los niños son especialmente sensibles al metal porque absorben hasta la mitad de la cantidad a la que están expuestos, y pueden experimentar problemas de crecimiento y de desarrollo del cerebro, en ocasiones irreversibles. Una circunstancia muy delicada en China, donde la Sanidad es de pago e impera la política del hijo único.
En mayo pasado, las autoridades de Zhejiang detuvieron a 74 personas y suspendieron el trabajo en cientos de fábricas después de que 172 personas -entre ellas, 53 niños- enfermaran por el plomo. En Octubre de 2009, manifestantes enojados dañaron camiones y las vallas de una fundición después de que trascendiera que más de 600 niños habían dado positivo en pruebas de detección del metal.
REPORTAJE: Crisis social en China
Las miserias del crecimiento
Pekín reconoce que la lluvia ácida afecta a más de la mitad de las ciudades chinas, y la contaminación a la sexta parte de los grandes ríos del paí
China experimentó en 2007 más de 80.000 “incidentes de masas”, 20.000 más que el año anterior. Incidentes de masas es el eufemismo que utiliza el Gobierno para designar protestas, huelgas, manifestaciones y otras movilizaciones por motivos que van desde las expropiaciones ilegales de suelo a reclamaciones de salarios impagados y denuncias de corrupción o abusos de poder. Desde entonces, no han sido publicadas nuevas cifras sobre lo que los analistas consideran el creciente número de protestas que ha llevado emparejado el rápido y desigual crecimiento económico del país.
Muchas de estas movilizaciones tienen su origen en escándalos de contaminación ambiental, en particular la causada por los metales pesados y los vertidos de las fábricas. Son la punta del iceberg del precio que ha pagado el país asiático desde que Deng Xiaoping inició el proceso de apertura y reforma hace tres décadas, con una máxima en el zurrón: “Hacerse rico es glorioso”.
El Gobierno puso cifras a este precio medioambiental la semana pasada: más de la mitad de las ciudades chinas están afectadas por la lluvia ácida y una sexta parte de los principales ríos están tan contaminados que su agua no es apropiada ni para el cultivo. “La situación medioambiental en su conjunto es aún muy grave y se enfrenta a muchas dificultades y desafíos”, aseguró Li Ganjie, viceministro de Medio Ambiente, informa Reuters.
La degradación que ha acompañado al desarrollo chino es uno de los fracasos de un modelo considerado de éxito porque ha permitido sacar de la pobreza a cientos de millones de personas y ha situado a China como la segunda economía de mundo, tras Estados Unidos.
Las aguas de ciudades estrellas como Shanghái, Guangzhou (Cantón) y Tianjin están clasificadas como gravemente contaminadas, y solo algunas zonas alrededor de la turística isla de Hainan, en el sur, y parte de la costa del norte están totalmente limpias. Únicamente el 3,6% de las 471 ciudades controladas registran un aire del máximo nivel de limpieza, afirmó Li, quien añadió que China continúa perdiendo biodiversidad. El político insistió en que la contaminación, en especial la debida a metales pesados, es “un asunto grave” porque, según dijo, “no solo afecta seriamente a la salud de la gente, sino a la estabilidad social”.
El mes pasado se registraron en Mongolia Interior las mayores protestas vividas en esta región autónoma en las dos últimas décadas, debido al descontento existente entre la etnia mongola por el daño medioambiental causado a sus tradicionales pastos por las explotaciones mineras. La chispa que provocó las revueltas fue la muerte de un pastor atropellado cuando intentaba impedir el paso de un camión de transporte de carbón conducido por un han, la etnia mayoritaria en China. El conductor ha sido condenado a muerte.
Muchos de los alrededor de seis millones de mongoles chinos se quejan de que el flujo de han en la región -donde estos son mayoría-, atraídos por los recursos minerales y energéticos, ha desplazado a los pastores, dañado el suelo, provocado la muerte de ganado y amenaza su modo de vida y su cultura.
China cierra 14 fábricas de baterías de plomo en Shanghai por contaminar
La medida se toma después de pruebas en 1.100 niños, a los que se ha detectado niveles elevados de plomo en sangre
Internacional | 23/09/2011 – 16:21h
Isidre Ambrós | Pekín
Las autoridades chinas han iniciado una ofensiva anticontaminación en la zona industrial de Shanghai. La Oficina Municipal de Protección Medioambiental de la capital económica de China ha anunciado el cierre temporal de catorce de las diecisiete fábricas de baterías de plomo y ácido para automóviles existentes en la zona tras conocerse los resultados de los análisis realizados a un grupo de niños residentes cerca de una de estas plantas.
Los responsables municipales de Shanghai han adoptado esta decisión tras analizar las pruebas médicas llevadas a cabo a más de 1.100 niños de la zona, que han revelado la existencia de un número creciente de casos con niveles de plomo alarmantemente altos en la sangre. Las señales de alarma se han encendido al observar que el número de criaturas afectadas ha pasado de 25 a 32 en una semana, según revela el Shanghai Daily, que cita fuentes oficiales.
Las intoxicaciones por dosis excesivas de plomo en los menores de edad pueden provocar retrasos en el crecimiento y alteraciones neurológicas. Una situación bastante frecuente en China, debido a la existencia de factorías que en muchos casos incumplen las normas de seguridad medioambiental.
Las autoridades de Shanghai han decidido poner en marcha esta ofensiva tras confirmar que algunas empresas estaban descargando emisiones de plomo superiores a los límites definidos por la legislación medioambiental local.
Con esta medida los dirigentes de la capital económica del gigante asiático pretenden evitar además que se repitan los disturbios sociales que han tenido lugar hace algunos días en la vecina provincia de Zhejiang, a unos 200 kilómetros al sur de Shanghai.
En aquella región, los habitantes de la localidad de Haining protagonizaron unas violentas protestas a lo largo de tres días contra una planta de paneles solares, a la que acusaban de contaminar un río y provocar varios casos de cáncer entre la población. Los disturbios, con coches volcados, oficinas de la empresa saqueadas y enfrentamientos con la policía, se saldaron con decenas de detenidos y la orden de paralización de la producción por parte de las autoridades.
Los chinos plantan cara a la polución
Varios escándalos medioambientales propician manifestaciones violentas contra empresas ‘sucias’ en China. El Gobierno, por su parte, falsea las mediciones de la calidad del aire.
ZIGOR ALDAMA – Shangai – 23/09/2011
No hace falta ningún artilugio científico para certificar la severidad del problema de la polución en China, basta con ver, respirar y sentir. Porque, salvo en contadas ocasiones, el centro y este del país están permanentemente cubiertos por un pesado manto gris amarillento y al viajero ocasional no tardarán en escocerle los ojos y la garganta tras poner sus pies en ese territorio.
Las autoridades no miden sustancias contaminantes que se tienen en cuenta en otros países
Las redes sociales, clave en las movilizaciones de protesta contra los abusos medioambientales
Pero la polución más grave es la que no se ve y quien sufre sus consecuencias son los 1.350 millones de habitantes del país más poblado del planeta. No en vano, hace cuatro años, el Banco Mundial alertó de que 16 de las 20 ciudades más contaminadas se encuentran en este gigante asiático y la entidad aseguró que hasta 750.000 personas pueden morir al año por esta razón. Los casos de cáncer se disparan y la misma trayectoria lleva el número de quienes nacen con minusvalías de todo tipo.
Hasta ahora los chinos habían aguantado con estoicismo y resignación una realidad que se consideraba intrínseca al desarrollo económico. No obstante, parece que la paciencia ha llegado a su fin y ha estallado la guerra: en los últimos meses las protestas más multitudinarias y violentas no han tenido cariz político o étnico, sino medioambiental. La última, que prendió la semana pasada, ha acabado con el cierre de una fábrica de paneles solares que realizaba vertidos tóxicos sin ningún tipo de tratamiento. Los habitantes de Haining, en la provincia oriental de Zhejiang, culpan a Jingko Solar de haber provocado al menos 40 casos de cáncer y leucemia, mientras las autoridades confirman que los niveles de flúor son diez veces superiores a lo permitido. La empresa ha sido multada con más de 50.000 euros.
El caso de Jingko Solar deja en evidencia dos importantes cambios sociales que van a marcar el rumbo de China: la creciente concienciación medioambiental, ligada más a la preocupación por la salud personal que a la conservación de la naturaleza, y el control que ejercen los ciudadanos al Gobierno a través de las redes sociales, con la bloguera Sina Weibo a la cabeza. Esto ha sido posible gracias a que el ciberespacio chino explota con cada una de estas protestas para presionar a los dirigentes a que tomen cartas en el asunto. Se demostró, con más fuerza todavía, el pasado mes de agosto en Dalian, cuando más de 12.000 personas tomaron las calles para exigir el traslado de una planta química, después de que una tormenta dañase los muros de contención. En un principio las autoridades optaron por la vía de la represión, pero la magnitud que estaba tomando el asunto en las redes sociales les hizo cambiar de idea y decidieron cerrar la planta. Esta ciudad costera ya estaba sufriendo las consecuencias de un vertido de petróleo de una plataforma de extracción y el ánimo de la población amenazaba con incendiarse definitivamente.
No son los únicos casos. Desde julio de 2009, cuando unos campesinos de Hunan se enfrentaron al Gobierno por la polución de otra planta química, el número de protestas no ha dejado de crecer y la mayoría arremete tanto contra las autoridades como contra las empresas.
La connivencia entre ambos es más que evidente. De hecho los gobiernos locales han falsificado analíticas de niños contaminados por plomo y quienes residen cerca de industrias sucias, se muestran reticentes a pasar los controles sanitarios en hospitales de la zona, que pueden estar bajo la presión de las empresas o de las autoridades. Pero el escepticismo va mucho más allá. Los residentes de Pekín, por ejemplo, consideran una burla que el Gobierno asegure que la capital había disfrutado en 2009 de 285 días azules, una etiqueta que el Ministerio de Protección Medioambiental otorga a cada jornada en la que la calidad del aire es “buena o mejor”.
Para demostrar que no es así, Lu Weiwei y Fan Tao produjeron Un diario visual de los días azules en Pekín, fotografiando el cielo cada día de 2009, donde en solo 180 de ellos se podía apreciar algo de azul en el plomizo cielo de la capital. La administración difiere, porque considera que la calidad del aire es aceptable descartando importantes variables que sí se tienen en cuenta en otros países, incluida España. Los niveles de ozono y las partículas de menos de 2,5 micras -especialmente dañinas para los pulmones- son las más importantes de las que se quedan en la cuneta. Y no porque el país carezca de la tecnología para medirlas, sino porque su inclusión haría que el número de días azules se desplomase hasta un 40%. Además, muchas veces las estaciones de medición se encuentran en las zonas menos contaminadas de las ciudades, razón por la que nadie presta atención a los datos que se hacen públicos a diario.
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