Algunes membres de Som lo que Sembrem hem decidit recolzar l’acampada ciutadana iniciada al voltant del moviment “Democràcia real ja ” que està tenint lloc aquests dies a la plaça Catalunya de Barcelona, i a d’altres places de l’estat. Ens trobarem en principi dissabte a les 20 hores i portarem menjar per compartir. Cadascú pot decidir o no quedar-se a dormir i portar-se tenda de campanya. Si altres membres de Som lo que Sembrem proposen altres dies i hores de trobada , escriviu a ilp@somloquesembrem.org (o en Comentaris a aquesta entrada) i ho anirem actualitzant en aquesta entrada de Som lo que Sembrem – Vallès per tal que la gent sàpiga que hi ha companys a la plaça. Molts anirem amb la samarreta de Som lo que Sembrem per tal que sigui més fàcil trobar-nos.
DISSABTE A LES 20 H ENS HI TROBEM MOLTS, PORTEU COSES PER SOPAR
PER A PODER-NOS TROBAR PROPOSEM EL PUNT DE TROBADA AL MIG DE LA CARPA CENTRAL DE LA PLAÇA.
LA SANDRA HI SERÀ A MÉS A MÉS LA TARDA DEL DISSABTE I TOT EL DIUMENGE
EL TOPO TAMBé ESTâ ANANT, I ENS EXPLICA DIJOUS AL VESPRE QUE S’HAN REORGANITZAT LES COMISSIONS i QUE ES PODEN FER XERRADES SOBRE DIVERSOS TEMES I PASSIS DE VÍDEO
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Us deixem aquí el text del Joserra RES DE NOU SOTA EL SOL en relació a les converses de Monsanto-Espanya amb membres de l’ambaixada americana, així com amb el secretari d’Estat Josep Puxeu (del nucli protransgènic del govern de l’Estat) i de les seves pressions per aturar el debat de la ILP (i els altres processos que estaven frenant els transgènics a l’Estat i a Europa), durant la primavera del 2009
Res de nou sota el sol
Va ser una sorpresa que El País dediqués tota una portada a les filtracions de Wikileaks sobre el suport indissimulat del govern espanyol als transgènics, tot i tenint en compte l’historial d’aquest diari sobre el tema. Però potser la feina de “tranquil·litzar als mercats” no li han encomanat només al Govern, i a aquest diari li tocava deixar ben clar davant d’aquells, que el Govern no s’atura davant de res a l’hora d’ajudar al gran capital.
El Secretari d’Estat de Medi Rural va demanar “sopetes” als caps de Washington un 22 d’abril de 2009 per a que pressionessin a Brussel·les a favor dels transgènics perquè “si cae España, el resto de Europa le seguirá“. Era un moment en què la nostra ILP estava bullint, i és clar que temien que, si Catalunya queia, Espanya cauria després. Només cal recordar els ponents de les anomenades jornades de “debat” intern sobre els transgènics que el PSC va organitzar aquella primavera: un bon grapat de científics pro-transgènics; un cap gros de Monsanto a Espanya; una ex-parlamentària del PSC que fins i tot es va permetre el luxe d’insultar als consumidors de productes ecològics i a qualsevol consumidor que es molesti a mirar les etiquetes dels productes; i la nota de color de SLQS. Per acabar-ho d’adobar, Joaquim Llena, aleshores conseller d’Agricultura, inaugurà les jornades del PSC amb un discurs en què ja ens resumia les conclusions: “els transgènics no tenen cap problema i no podem viure sense ells“.
L’esmena a la totalitat de la ILP va ser el reconeixement formal que la “tranquil·litat dels mercats” està, aquí també, per sobre de la democràcia i dels interessos ciutadans.
L’altra qüestió que sobresurt d’aquestes filtracions és el total servilisme del govern espanyol cap al dels Estats Units, assabentant-lo de les seves intencions de vot en relació als transgènics dins de la Unió Europea, fins i tot abans que la Comisión Nacional de Bioseguridad fes els seus informes. Tampoc és que això fos a la pràctica una contradicció, perquè com ha denunciat recentment Amigos de la Tierra, aquesta comissió només té un paper ornamental en el procés, quan no senzillament justificatiu de la introducció d’aquestes varietats a Europa.
Però el més greu de tot és que alts càrrecs del govern del PSOE, concretament el Secretario de Estado de Comercio, Pedro Mejía , i el Secretario de Comercio Exterior, Alfredo Bonet, van respondre a la pregunta de l’ambaixador americà sobre què podia fer Espanya per ajudar a introduir els transgènics a Europa dient que una pujada dels preus agrícoles seria convenient per afavorir aquesta introducció: Des de llavors, els fons especulatius amb els productes alimentaris han contribuït a causar fam a molts llocs del món
Debat a la totalitat del 2 de juliol del 2009 al Parlament català, on es veta la ILP de Som lo que Sembrem
http://www.somloquesembrem.org/index.php?id=34&hover=15
La pel.lícula de la ILP: http://wp.me/pDlKc-5Z
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ARTICLE DE PAUL KRUGMAN: La imprudencia de las élites
Los tres últimos años han sido un desastre para la mayoría de las economías occidentales. Estados Unidos registra un paro de larga duración masivo por primera vez desde los años treinta. Mientras tanto, la moneda única europea se está viniendo abajo. ¿Cómo ha salido todo tan mal?
Debemos culpar a quien corresponde. De lo contrario, harán aún más daño en años venideros
Bueno, lo que oigo repetir cada vez con más frecuencia a los miembros de la élite política -sabios autoproclamados, funcionarios y expertos de prestigio- es la afirmación de que la culpa es en su mayoría de los ciudadanos. La idea es que nos metimos en este lío porque los votantes querían algo a cambio de nada, y los políticos sin personalidad respondieron a la insensatez del electorado.
Así que este parece un buen momento para señalar que este punto de vista que culpa a la ciudadanía no solo es interesado, sino completamente erróneo.
El hecho es que lo que ahora mismo estamos experimentando es un desastre que se transmite de arriba abajo. Las políticas que nos metieron en este follón no eran respuestas a las exigencias ciudadanas. Eran, salvo unas pocas excepciones, políticas abanderadas por pequeños grupos de personas influyentes, y en muchos casos, las mismas personas que ahora nos dan lecciones a los demás sobre la necesidad de ponernos serios. Y al tratar de echarle la culpa a la plebe, las élites están eludiendo algunas reflexiones muy necesarias sobre sus propios errores catastróficos.
Permítanme centrarme principalmente en lo que pasó en EE UU, antes de dedicarle unas palabras a Europa.
En los tiempos que corren, los estadounidenses no paran de oír sermones sobre la necesidad de reducir el déficit presupuestario. Esa obsesión en sí misma es el reflejo de unas prioridades distorsionadas, ya que nuestra preocupación inmediata debería ser la creación de empleo. Pero supongamos que nos limitamos a hablar del déficit, y preguntamos: ¿qué ha sido del superávit presupuestario que el Gobierno federal tenía en 2000?
La respuesta es que tres cosas principalmente. La primera fueron las bajadas de impuestos de Bush, que añadieron unos dos billones de dólares a la deuda nacional durante la década pasada. La segunda, las guerras de Irak y Afganistán, que sumaron alrededor de 1,1 billones de dólares más. Y la tercera fue la Gran Recesión, que provocó un desplome de los ingresos y un repunte del gasto en prestaciones por desempleo y otros programas de la Seguridad Social.
¿Y quién es responsable de estos destrozos presupuestarios? La gente de la calle, no.
El presidente George W. Bush bajó los impuestos por la ideología de su partido, no en respuesta a una oleada de exigencias populares (y el grueso de los recortes fue para una minoría pequeña y adinerada).
De manera similar, Bush decidió invadir Irak porque era algo que él y sus asesores querían hacer, no porque los estadounidenses estuviesen reclamando a gritos una guerra contra un régimen que no había tenido nada que ver con el 11-S. De hecho, hizo falta una campaña publicitaria tremendamente engañosa para convencer a los estadounidenses de que apoyasen la invasión, y aun así, el electorado nunca respaldó la guerra con las mismas ganas que la élite política y entendida de EE UU.
Por último, la Gran Recesión la provocó un sector financiero fuera de control, envalentonado por una liberalización imprudente. ¿Y quién fue responsable de esa liberalización? Pues fue gente de Washington con mucho poder y con vínculos estrechos con el sector financiero. Permítanme que exprese públicamente mi especial gratitud a Alan Greenspan, que desempeñó un papel crucial tanto en la liberalización financiera como en la aprobación de las bajadas de impuestos de Bush (y que, naturalmente, ahora es uno de los que nos amenazan con el déficit).
De modo que fueron los desaciertos de la élite, y no la avaricia de la gente de a pie, los que causaron el déficit de EE UU. Y en líneas generales, lo mismo podría decirse de la crisis europea.
Ni que decir tiene que eso no es lo que uno oye decir a los responsables políticos europeos. En Europa, la historia oficial actual es que los Gobiernos de los países con problemas escucharon excesivamente a las masas y prometieron demasiado a los votantes mientras recaudaban muy pocos impuestos. Y para ser justos, esa historia es razonablemente cierta en el caso de Grecia. Pero no es en absoluto lo que pasó en Irlanda y España, que tenían poca deuda y superávits presupuestarios la víspera de la crisis.
La verdadera historia de la crisis europea es que los dirigentes crearon una moneda única, el euro, sin crear las instituciones que se necesitaban para hacer frente a los periodos de bonanza y de dificultad dentro de la zona euro. Y el motor de la moneda única europea fue el proyecto de sentido descendente por excelencia, una visión impuesta por la élite a un electorado tremendamente reticente.
¿Tiene alguna importancia todo esto? ¿Por qué debería preocuparnos el esfuerzo por achacar la culpa de las malas políticas a la ciudadanía?
Una posible respuesta es la responsabilidad simple y llana. No deberíamos permitir que quienes defendieron políticas que destrozaron el presupuesto durante la época de Bush pretendan hacerse pasar por halcones del déficit; aquellos que elogiaron a Irlanda no deberían darnos sermones sobre el gobierno responsable.
Pero yo diría que la principal respuesta es que al inventar historias sobre nuestras dificultades actuales que absuelven a quienes nos han puesto en esta situación, eliminamos toda posibilidad de aprender de la crisis. Tenemos que culpar a quien corresponde, para dar una lección a nuestras élites políticas. De lo contrario, harán todavía más daño en años venideros.
Paul Krugman es profesor de economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times News Service. 2011 Traducción de News Clips
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