L’únic transgènic que actualment s’està plantant a Catalunya és panís – bt. Pel fet que la toxina “bt” que incorporen aquests transgènics, se’ls anomena sovint plantes pesticides -la toxina “bt” té un efecte insecticida contra alguns insectes-. La major part dels altres transgènics (majoritàriament soia, però també panís, colza, remolatxa, cotó) que tot i que no es puguin sembrar molts d’ells arriben al port de Tarragona per a formar part dels pinsos animals, o bé són plantes que tenen altres toxines “bt”, o bé són plantes resistents a un herbicida. Així la pràctica totalitat dels transgènics comercials plantats al món són plantes vinculades a pesticides.
Silvia Ribeiro, investigadora del grup ETC, va publicar al diari mexicà La Jornada aquest article que relaciona l’ús d’agroquímics amb els trangènics:
31-01-2010 Los transgénicos usan más tóxicos
Los cultivos transgénicos han significado un aumento sin precedentes del uso de agrotóxicos (herbicidas y otros plaguicidas). Un informe del doctor Charles Benbrook publicado a fin de 2009 (Impacts of genetically engineered crops on pesticide use: the first thirteen years, www.organic-center.org) analizando el uso de agrotóxicos en Estados Unidos en soya, maíz y algodón transgénico de 1996 a 2008, muestra que las variedades transgénicas aumentaron el uso de agrotóxicos en más de 144 millones de kilogramos en esos 13 años. Estados Unidos es el mayor y más antiguo productor de transgénicos, por lo que los datos son significativos a nivel global.
Es grave porque los agrotóxicos son un importante factor de daños ambientales (al agua, suelos, flora y fauna) y a la salud humana. Muchos son disruptores endócrinos (producen desequilibrio hormonal con disminución de la fertilidad o infertilidad) y/o afectan el sistema nervioso e inmunológico, entre otros problemas. Se ha comprobado que los alimentos elaborados con transgénicos, contienen residuos de agrotóxicos hasta 200 veces más altos que los elaborados con cultivos que no lo son, debido a la gran cantidad de agrotóxicos que se les aplica en la siembra.
La gran mayoría del aumento que registra este nuevo informe se debe a los transgénicos tolerantes a herbicidas, principalmente al glifosato, que en estos 13 años ha pasado a ser el veneno más ampliamente usado en la historia de la agricultura. El aumento ha sido progresivo, acumulándose a través de los años. En los años 2007 y 2008 se registró 46 por ciento del aumento total.
El motivo principal es el surgimiento de hierbas invasoras que se han hecho resistentes a los herbicidas. Al igual que con los antibióticos, el uso continuado promueve cada vez mayor inmunidad en los organismos que se quiere combatir. El glifosato ya ha provocado resistencia en un mínimo de nueve diferentes hierbas invasoras, de las cuales el mayor problema en grandes áreas al sur de Estados Unidos es el surgimiento de amaranto resistente a agrotóxicos. Debería ser un alerta para México, donde el amaranto, junto al maíz, es parte de la dieta usual y existe en todo el país.
Para enfrentar la resistencia de invasoras, los agricultores emplean dosis mucho mayores de glifosato y tóxicos que habían sido descartados por su alta peligrosidad (prohibidos en algunos países) como atrazina, paraquat y 2,4-D. Éste último es componente del Agente Naranja, arma química usada por Estados Unidos en la guerra de Vietnam, desarrollado justamente por Monsanto, la mayor empresa de agrotransgénicos.
El glifosato, que las empresas describían como inocuo –aunque nunca fue verdad y Monsanto fue multado por publicidad engañosa debido a esta afirmación– era considerado menos tóxico que otros herbicidas. Sin embargo, esta comparación se hacía con una cantidad igual del componente activo de diferentes químicos usada en un área similar. Actualmente, gracias a los transgénicos, la concentración del glifosato ha aumentado exponencialmente y el informe reporta que en ciertos casos se usan cantidades 100 veces mayores que de otros herbicidas por unidad de área, por lo cual finalmente tiene un impacto mucho mayor que incluso herbicidas clasificados como más peligrosos. Por otra parte, frente a la falla de efectividad, las empresas aumentan el porcentaje de componente activo en las fórmulas y le agregan surfactantes y otras sustancias para coadyuvar la acción del glifosato, lo cual aumenta y agrega impactos.
Andrés Carrasco, embriólogo de la Universidad de Buenos Aires, publicó en 2009 estudios en Argentina (segundo productor mundial de transgénicos) constatando graves afectaciones en anfibios y en salud humana por causa del glifosato, contrariamente a la creencia de relativa inocuidad del componente. Al igual que a otros científicos que han denunciado los verdaderos efectos de los transgénicos, Carrasco sufrió una vergonzosa persecución de parte de autoridades oficiales y académicas (respaldadas por Monsanto), que fue internacionalmente repudiada. (Ver Darío Aranda, Lo que sucede en Argentina es casi un experimento masivo, Página 12, 3/5/09)
Las empresas enfrentan
el problema de las resistencia en malezas con más de lo mismo: creando transgénicos que tienen más cantidad de genes ajenos, para resistir aplicaciones simultáneas de varios agrotóxicos y con varias cepas de la toxina Bt para hacerlos insecticidas. El apilamiento de genes es muy lucrativo para las empresas –las semillas cuestan hasta el triple que las convencionales–, pero multiplican los riesgos de contaminación del ambiente, del flujo genético a otros cultivos y los riesgos del consumo, tanto por la presencia de nuevos elementos, como por la sinergia negativa que se crea entre ellos. Uno de los peores ejemplos de este tipo es el maíz SmartStax de Monsanto, con ocho rasgos transgénicos apilados, que aunque fue llevado a juicio en Canadá por no haber sido evaluados sus impactos en la salud, fue irresponsablemente aprobado recientemente por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), para su consumo en México.
Son varios los informes de probada solidez publicados en 2009, que derrumban los mitos sobre los transgénicos que nos quieren vender las empresas. Éste muestra que los transgénicos usan más venenos y contaminan más. Otros, que producen menos (Failure to Yield, UCS, 2009) o tienen daños y riesgos serios a la salud (Asociación Americana de Medicina Ambiental, mayo 2009). Hay que terminar de raíz con este experimento masivo donde nos envenenan a todos para favorecer el lucro de unas cuantas trasnacionales.
La autora es Investigadora del Grupo ETC
http://www.jornada.unam.mx/2010/01/30/index.php?section=opinion&article=023a1eco
Aquesta notícia que copio aquí és més actual:
Arroz transgénico de Bayer
En las últimas semanas, el agronegocio intenta avanzar en su proyecto para la agricultura brasileña en dos frentes: cambios en el Código Forestal Brasileño y la liberalización del arroz transgénico. Por otra parte la flexibilización de la ley ambiental facilita la deforestación y la expansión del agronegocio, los transgénicos pasan el control de las semillas de las manos de los agricultores a la propiedad privada de cinco empresas transnacionales: Bayer, Basf, Monsanto, Cargill y Syngenta que de ese modo las patentan e imponen royalties a los productores.
Los movimientos campesinos, los ambientalistas y las organizaciones de derechos humanos lograron una victoria importante a través de la presión social y política contra la liberación del arroz de Bayer que retiró su propuesta para su aprobación por la Comisión Técnica de Bioseguridad. Esa variedad de arroz, de consumo popular, no está liberada en ningún país del mundo, ni en los EEUU ni en Alemania (país de origen de Bayer). Fue en consecuencia un retroceso momentáneo de la transnacional pero debemos permanecer atentos a sus movimientos futuros.
La aprobación del arroz transformaría a Brasil en un cobayo. Los impactos de la liberalización del arroz transgénico que está presente en la mesa de los brasileños en el almuerzo y en la comida serían tremendamente negativos. En primer lugar no hay estudios que atestigüen que el consumo de transgénicos no afecta a la salud humana.
En segundo lugar, los productores de arroz tradicional podrán ver contaminadas sus cosechas con el arroz Liberty Link. En los EEUU se comprobó que 7.000 productores de arroz se vieron contaminados y demandaron a la Bayer por los perjuicios que les ocasionara. De modo que podríamos llegar a la conversión de todos los cultivos tradicionales de arroz en transgénicos. Además, aún sin comprar esas semillas los campesinos tendrían que pagar royalties a la empresa alemana.
En tercer lugar, aumentaría el uso de venenos en los cultivos de nuestro país que utilizó 9.000 millones de litros el año pasado, ocupando el primer lugar en el ranking mundial. Las investigaciones han demostrado que el glifosato, usado para pulverizar las variedades desarrolladas por la Bayer, es tóxico para los mamíferos y podría entorpecer las actividades del cerebro humano.
El médico Wanderlei Antonio Pignati, doctor en salud y ambiente, investigador de Fiocruz y profesor de la Universidad Federal de Mato Grosso explica que las grandes industrias fabrican semillas dependientes de los agrotóxicos y los fertilizantes químicos porque también producen esos venenos.
El retroceso de Bayer constituye una pequeña victoria de la sociedad brasileña, porque demuestra principalmente que es posible enfrentar y derrotar a las empresas transnacionales.
L’arrós de Bayer és resistent a un herbicida.